Por Ivan Padron
En 1621, los colonos de Massachusetts celebraron lo que se ha considerado como la primera acción de gracias en el Nuevo Mundo. Es importante destacar que la historia oficial del Día de Acción de Gracias, estadounidense, subraya el rol de Inglaterra, y omite el aporte inicial por parte de los españoles, cuyos primeros navegantes en llegar a tierras americanas habrían sido los primeros en recibir los gestos de buena voluntad de los indígenas americanos. Si los peregrinos ingleses recibieron pavos y alimentos de los indios americanos en Plymouth un día frío de 1620 que los salvó del hambre, muchos años antes los conquistadores españoles ya habían recibido el apoyo de los nativos de Florida y Louisiana, adoctrinándolos con su fe y creencias de la época. Los sucesos de Plymouth ocurrieron 107 años después que en 1513 Ponce de León tocó suelo de lo que hoy llamamos Estados Unidos, descubriendo Florida, y 55 años luego de la fundación de San Agustín en el mismo estado y que fuera fundada por el almirante español Pedro Menéndez de Avilés quien en 1565 compartió con los nativos una comida similar a la que posteriormente celebraron los puritanos anglosajones.
El 3 de octubre de 1789, George Washington emitió una proclamación que creaba el primer Día de Acción de Gracias designado por el gobierno nacional de los Estados Unidos de América, que se celebraría el jueves 26 de noviembre de 1789. John Adams y James Madison declararon igualmente que el Día de Acción de Gracias era un día festivo. Sin embargo, no fue hasta el 3 de octubre de 1863, en el apogeo de la Guerra Civil, que el presidente Abraham Lincoln emitió una proclamación del Día de Acción de Gracias alentando a los estadounidenses. La Guerra Civil Americana fue una guerra peleada en los Estados Unidos desde 1861 hasta 1865 y fue un intenso combate que dejó 620,000 a 750,000 personas muertas, más que el número de muertes militares de los Estados Unidos en todas las demás guerras combinadas de la época.
Cuando se consideran las circunstancias de guerra que envolvían al presidente Lincoln y su motivación para esta proclamación en ese preciso momento, se viene a nuestras mentes la idea expresada en singulares palabras del filósofo y ensayista José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote, donde escribió: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Este influyente pensador dibujó en perspectiva que la persona como componente social está definida por dos realidades: el sujeto como ente físico individual y el mundo con el que a cada quien le corresponde diligenciar en su diario vivir. Nos movemos en un pedazo del mundo; en un momento específico cuyo entorno también nos define y a el reaccionamos desde nuestra sensible existencia. De un modo definitivo, la guerra civil influenció en Lincoln, de tal modo que originó la necesidad de hacer esta proclamación en ese momento y que ninguno antes había hecho.
Bajo esas difíciles circunstancias, las de la Guerra de Secesión, entre el fuego cruzado volando por los aires y la sangre derramada por tantos sobre el suelo americano, el presidente Abrahan Lincoln fundamentalmente agradeció y sin desbordarse en solicitudes al Todopoderoso, dijo: “El año que se acerca a su fin, se ha llenado con las bendiciones de los campos fructíferos y los cielos saludables. A estas bondades, que se disfrutan tan constantemente que somos propensos a olvidar la fuente de donde provienen, se han agregado otras, que son de una naturaleza tan extraordinaria, que no pueden dejar de penetrar y ablandar incluso el corazón que es habitualmente insensible a la siempre vigilante providencia de Dios Todopoderoso. En medio de una guerra civil de magnitud y severidad sin igual, que a veces los estados extranjeros han parecido invitar y provocar su agresión, se ha mantenido la paz con todas las naciones, se ha mantenido el orden, se han respetado y obedecido las leyes y la armonía ha prevalecido en todas partes, excepto en el teatro del conflicto militar; mientras que el teatro ha sido grandemente contratado por los ejércitos y marinas de la Unión que avanzan.
Las desviaciones necesarias de riqueza y de fuerza de los campos de la industria pacífica a la defensa nacional no han detenido el arado, el transbordador o el barco; el hacha ha ampliado las fronteras de nuestros asentamientos, y las minas, tanto de hierro como de carbón, así como de los metales preciosos, han rendido aún más abundantemente que hasta ahora. La población ha aumentado constantemente, a pesar de los desperdicios que se han hecho en el campamento, el sitio y el campo de batalla; y el país, regocijándose en la conciencia de la fuerza y el vigor aumentados, puede esperar la continuidad de años con un gran aumento de la libertad. Ningún consejo humano ha ideado ni ninguna mano mortal ha elaborado estas grandes cosas. Son los dones de gracia del Dios Altísimo, quien, al tratar con nosotros con ira por nuestros pecados; sin embargo, ha recordado la misericordia. Me parece apropiado que sean reconocidos solemnemente, con reverencia y gratitud, como con un solo corazón y una sola voz por todo el pueblo estadounidense.
Por lo tanto, invito a mis conciudadanos en todas partes de los Estados Unidos, y también a aquellos que están en el mar y a los que están viajando en tierras extranjeras, a apartar y observar el último jueves de noviembre próximo, como un día de Acción de Gracias y Alabanza a nuestro Padre benéfico que mora en los cielos. Y les recomiendo que, mientras ofrecen las atribuciones justamente debidas a Él por tales liberaciones y bendiciones singulares, también lo hacen, con humilde penitencia por nuestra perversidad y desobediencia nacionales, encomiendan a Su tierno cuidado a todos aquellos que se han quedado viudas, huérfanas, dolientes o sufrientes en el lamentable conflicto civil en el que estamos inevitablemente comprometidos, e imploramos fervientemente la interposición de la Mano Todopoderosa para curar las heridas de la nación y restaurarla tan pronto como sea compatible con los propósitos divinos para el pleno disfrute de paz, armonía, tranquilidad y unión”.
Feliz día de Acción de Gracias a todos sin olvidar sus orígenes y sobre todo las circunstancias de su proclamación, porque les dará la confianza y la seguridad tan necesaria en momentos difíciles para el logro de un mejor porvenir.