Por: Broderick Zerpa
Esta columna tiene muchas cosas porque pasan muchas cosas en el mundo del deporte en este cierre del 2023 y es que tuvimos la oportunidad de ver el primer “In Season Tournament” de la NBA y les cuento que me gustó y bastante.
Esta fue una suerte de “Copa del Rey” ajustada al baloncesto, corta y con el componente de tener partidos con valor para la temporada regular y la copa al mismo tiempo, con esto en mente el formato de eliminación directa a un solo partido nos permitió tener sorpresas como la de contar en la final con los Lakers de los Angeles y los Pacers de Indiana, dos equipos que difícilmente veremos jugar en la final de la NBA con play offs a 7 juegos, pero que en eliminaciones a un encuentro, encuentran (valga la redundancia) la manera de meterse en la final, aunque ocupen al mismo tiempo el cuarto lugar en las clasificaciones de conferencia.
Por otro lado celebramos la llegada al Inter de Miami de el uruguayo Luis Suárez uno de los mayores referentes del puesto 9 de “centrodelantero” en toda la historia del fútbol suramericano, compartiendo el olimpo de la posición con Nombres inolvidables como Ronaldo, Hugo Sánchez, Iván Zamorano o Gabriel Batistuta.
Suárez llega a un equipo que tenía escasez de gol y que dependía de las genialidades de Messi apoyado en otros mediocampistas ante la improductividad del venezolano Joseph Martínez, que se fue del equipo, y el ecuatoriano Leonardo Campana.
Lucho es un delantero de abolengo que demostró en las últimas jornadas en Brasil que aún tiene pólvora en sus botines suficiente para hacer daño en una liga del nivel de la MLS.
Los Canes de la Universidad de Miami jugarán el Pin Stripes Bowl en el Yankee Stadium de la ciudad de Nueva York, se trata de un juego de football y no de beisbol, que por cierto no es del agrado de la mayoría de los entendido que no gustan de la transformación del estado de los Mulos en campo de football americano, ya que las distancias del terreno a las tribunas es muy larga y hace la experiencia no tan placentera.
Cierro con la llegada de Jim Leyland al Salón de la Fama de Cooperstown, que si bien parece más una nota digna de los Tigres de Detroit o de los Piratas de Pittsburgh, porque ahí pasó la mayor parte de su carrera como manager, fue en Miami donde consiguió su única corona de Serie Mundial, la primera por cierto de los peces, en 1997.
A pesar de esto Leyland ganó tres veces el manager del año en 1990 y 92 con los Piratas y en 2006 con los Tigres, como contrasentido no lo fue cuando ganó la Serie Mundial. También dirigió tres equipos de estrellas, el de la liga nacional en 1998, tras ser campeón del mundo con los Marlins y los de 2007 y 2013 tras ser campeón de la liga americana con los Tigres.