Por Jorge Diaz Álvarez

El 28 de enero allá por el año 1853, La Habana se vistió de gala para asistir al nacimiento de una de las figuras más grandes de la literatura mundial, José Julián Martí Pérez, mucho se ha escrito y hablado del Apóstol cubano, cada mes de enero es mandatorio para los cubanos retomar el tema y escribir unas palabras sobre este gran político, escritor, poeta, diplomático y sobre todo luchador por la independencia de Cuba, Puerto Rico y Las Antillas.

En 1886 comenzó sus estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, paralelamente matriculó en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura.

En el año 1869 le escribe una carta a Carlos de Castro y Castro, calificándolo de apóstata por haberse alistado en el ejercito español para combatir a los independentistas, ello dio lugar a su retención carcelaria junto con Fermín Valdés Domínguez, acusados de traición, por tal motivo fue condenado a seis años de prisión, pena que posteriormente fue conmutada por el destierro a la Isla de Pinos. En 1871 gracias a las gestiones realizadas por sus padres logró que lo deportaran a España, donde continuo sus estudios hasta graduarse de Derecho Civil Filosofía y Letras.

Durante su estancia en Zaragoza provincia española colaboró activamente con el Diario de Avisos de Zaragoza, periódico de tendencia republicana.

De España viaja a Paris, después de Nueva York, desde los Estados Unidos organizó los focos separatistas cubanos, en Tampa promovió la celebración de una reunión a la que asistieron diferentes organizaciones separatistas del exilio, en esa reunión fueron acordadas las bases del Partido Revolucionario Cubano.

Para Martí era imprescindible la organización de un movimiento de masas que supere las insurrecciones aisladas, consideraba que era la única forma de lograr la independencia. Con el Grito de Baire comienza la sublevación en Cuba.

En México, ciudad de Veracruz, conoce a Manuel Mercado y a Carmen Zayas, cubana de Camagüey con quién contrajo matrimonio más tarde. De México se trasladó a Guatemala para impartir clases de literatura e Historia de la Filosofía en la Escuela Normal Central.

En 1878 regresa a Cuba, fijando su residencia en La Habana y fue allí donde nació José Francisco, su único hijo y donde comenzaron sus labores conspirativas, figurando entre los fundadores del Club Central Revolucionario Cubano, del que fue elegido vicepresidente.

La temprana sensibilidad social y política de Martí dio lugar a que asumiera, durante toda su vida, posturas reivindicadoras de los derechos de los esclavos, indígenas, obreros, campesinos y, en general, de todos aquellos cuya dignidad humana les era vulnerable. Dedicó su vida a la liberación de su pueblo, nuestro pueblo, siempre con una repulsión radical a cualquier violación de los Derechos Humanos.