Por Juan José López Díaz  

La publicitada «victoria» del candidato Joe Biden, de llegar a ratificarse luego de los recuentos y procesos en las cortes estadounidenses, ha generado en una buena parte de sus simpatizantes la idea de «mejorar el país». Sus ilusiones se mueven no sobre el análisis de la realidad y la historia, sino según ideologías, cosa muy peligrosa, y por ello, sin entrar en mayores especulaciones, intentaré examinar aquí algunos pormenores y ponerlos en perspectiva.

Lo que Biden haría (recalco, si llegara a hacerse del poder) tendría fuertes repercusiones, y no sólo debido a la sacudida económica mundial a consecuencia de la pandemia del Covid-19, aún cuando este país es un mercado inmenso y para el día 20 de enero la vacuna contra el virus será una realidad en práctica. Algo que -aunque el políticamente beneficiado sea Biden- habrá que en realidad agradecerle al trabajo del presidente Donald Trump, a quien, contradictoriamente, Biden y los demócratas le han tildado de mal manejador de la pandemia.

Revertir algunas políticas de Trump le costará a Biden no poco trabajo, salvo lo que pueda hacer por órdenes ejecutivas. El Senado continúa en manos republicanas y a la cámara han arribado varios republicanos más. Las reversiones de leyes no será fácil, lo mismo le ocurrió a Trump en su intento de modificar la Ley de Salud, conocida como “Obama Care”.

En la economía, si el viejo Joe desarma la política de Trump en relación a los tratados comerciales con China y le aumenta los impuestos a los empresarios e inversionistas, éstos apenas puedan regresarán al gigante asiático, a la India u otro lugar donde las ganancias rindan más. Y ojo entonces con el aumento del desempleo, un pilar que las políticas de Trump, incluso con el impacto de la pandemia, lograron disminuir.

Con Biden el aborto indiscriminado y la mariguana correrán hacia su aprobación en más Estados. Las leyes para homosexuales y transgéneros cruzarán los límites de la igualdad ante la ley de los seres humanos. A mi juicio, lo que debe combatirse es toda acción discriminación (que puedan cometer determinados individuos, porque no es un problema generalizado ni sistémico, como también se trata de hacer creer con el racismo) y no aprobar que los transgénero entren en el baño que deseen. Algo que a todas luces es un sinsentido.

Los DREAMers seguirán trabados entre órdenes ejecutivas y en su frustración para transitar un camino hacia la ciudadanía. No olvidemos que Biden fue compañero de viaje de Obama, quien prometió reformas migratorias y no las cumplió, sino que, en cambio, rompió récords en deportaciones. Y en cuanto a la emigración indiscriminada, con Biden y Harris bien podría aumentar sus peligros y tener consecuencias desestabilizadoras en cuestiones sociopolíticas.

En la arena internacional, la política de Biden sería similar a la de su periodo como vicepresidente de Obama, con demostrada incapacidad para lograr distensión con Corea del Norte, los tratados de paz entre el medio Oriente, Israel y países árabes, e incluimos aquí la revisión de las relaciones comerciales con China, lo que puede estar en cuerdas flojas, junto a la fabricación de paneles solares y lavadoras nacionales.

En otro aspecto, las guerrillas y movimientos de izquierda marxista o radical, o al menos con esa máscara, salen a la palestra bajo los gobiernos demócratas y obtienen más éxito. Y con Biden no creo que esto sea una excepción. Más bien lo contrario. Ya la posición de Biden y Kamala Harris con respecto a grupos de como Antifa y Black Lives Matters es conocida.

Muy extenso mencionar todo lo ocurrido desde la presidencia de Jimmy Carter hasta Obama, algunas debilidades de Bill Clinton, que incluyen el asesinato de los pilotos de Hermanos al Rescate, sin consecuencias para su perpetradores. Y no sólo en casos que tienen que ver con Cuba y con el castrismo en la región.

Para los cubanos -los que aspiramos a la libertad y el cambio político en la isla- una presidencia demócrata enfría los intentos para lograrse. Si bien entre administraciones de dos partidos, alternándose turno en Washington, la dictadura cubana ha cumplido más de sesenta años, y la idea de su culminación, con la posible toma de poder del anciano Joe y la enérgica Harris, sin duda alguna mermará. Grave tema al que regresaré en estos días. Es imposible esquivarlo, al igual que todo lo antes expuesto y lamentablemente mucho más.